Jaime de las Heras
Editor SeniorCuando llega el verano, lo habitual es que la mayoría de quienes visitan la provincia de Cádiz busquen el litoral. Las playas de arena fina, las aguas atlánticas y los pueblos costeros con encanto hacen que esta parte de Andalucía sea uno de los destinos más deseados del sur peninsular.
No es difícil entender por qué localidades como Conil de la Frontera, Zahara de los Atunes, Caños de Meca, El Puerto de Santa María o Tarifa se llenan de turistas cada temporada. La combinación de naturaleza, gastronomía, tradición y mar es irresistible. Sin embargo, Cádiz no se acaba en su costa. El interior de la provincia también guarda tesoros, especialmente para quienes buscan algo más tranquilo, con menos aglomeraciones y con posibilidades para practicar turismo activo en plena naturaleza.
Pueblos como Grazalema, Ubrique, Arcos de la Frontera o El Bosque forman parte de esa red de joyas que se encuentran al abrigo de las montañas, dentro del Parque Natural de la Sierra de Grazalema.
En este entorno aparece también Benaocaz, un pequeño pueblo blanco que, pese a su tamaño, concentra una buena parte de la esencia de la sierra gaditana: paisajes escarpados, callejuelas de trazado árabe, historia viva y una tranquilidad que resulta casi terapéutica.
Benaocaz está situado en pleno corazón de la sierra, a unos 110 kilómetros de Sevilla por carretera, lo que se traduce en unas dos horas de viaje. Si se viene desde Cádiz capital, la distancia es de unos 90 kilómetros; desde Conil, unos 100; desde El Puerto de Santa María, algo menos de 90; y desde Jerez de la Frontera, poco más de 80 kilómetros. Es, por tanto, una escapada posible en un solo día desde la costa, aunque lo ideal es dedicarle al menos un fin de semana.
Qué ver en Benaocaz (Cádiz)
Este pueblo, que no alcanza los mil habitantes, conserva un casco histórico que remite claramente a su origen andalusí. Las calles, estrechas y empedradas, se adaptan al terreno montañoso, y muchas de sus casas aún conservan estructuras medievales.
Calles de Benaocaz. ©Turismo de Cádiz.
Uno de los rincones más destacados es el barrio nazarí, una de las zonas de arquitectura islámica mejor conservadas de la provincia. También son dignos de visita la iglesia de San Pedro, del siglo XVIII, y el pequeño pero interesante museo etnográfico local. En las afueras, las ruinas del castillo de Aznalmara recuerdan la importancia estratégica que tuvo esta zona en la frontera entre los reinos cristianos y musulmanes.
El entorno natural de Benaocaz es espectacular. El pueblo se encuentra dentro del Parque Natural de la Sierra de Grazalema, una de las zonas más lluviosas de España y un verdadero santuario para senderistas y amantes del paisaje montañoso.
Salto del Cabrero, en Benaocaz. ©Turismo de Cádiz.
Entre las rutas más conocidas está la que conecta Benaocaz con Ubrique por la antigua calzada romana, un camino de piedra que atraviesa bosques de alcornoques y ofrece vistas imponentes del valle. Otra opción recomendable es subir hasta el Salto del Cabrero, una garganta natural que forma una especie de paso entre dos peñascos verticales de más de cien metros de altura. La ruta es exigente pero muy gratificante y permite observar la rica biodiversidad del parque.
Ruinas del barrio nazarí de Benaocaz. ©Turismo de Cádiz.
Y no solo la montaña impresiona aquí: también lo hace el agua. En el término municipal de Benaocaz nace el río Guadalete, uno de los ríos más caudalosos de Andalucía occidental y, sin duda, uno de los más importantes que nacen dentro de la provincia de Cádiz.
Su nacimiento tiene lugar en la sierra, alimentado por las abundantes lluvias que caen en la zona —especialmente entre otoño y primavera— y por las filtraciones de agua que brotan a través del complejo sistema kárstico del subsuelo.
Ermita del Calvario. ©Turismo de Cádiz.
Este caudal constante y generoso convierte al Guadalete en una arteria vital para la región. Su curso atraviesa poblaciones como Arcos de la Frontera, Villamartín o Jerez de la Frontera y desemboca en El Puerto de Santa María, justo en la bahía de Cádiz.
A lo largo de su recorrido, el río ha sido utilizado para regadío, abastecimiento urbano e incluso, en el pasado, como vía de transporte de mercancías. En sus tramos medios y bajos también se han construido embalses como el de Bornos y el de Arcos, que aprovechan su caudal estable para generar agua potable y energía.
Imágenes | Turismo de Cádiz
